La estrategia por sí sola no es suficiente. Su implementación debe ir acompañada de un buen proceso que garantice su ejecución. Sin un proceso bien implementado, los diferentes departamentos de la organización no se alinearán, se producirán fricciones, se desperdiciarán recursos, se perderán oportunidades y, en última instancia, su estrategia fallará.
Para un despliegue efectivo de la estrategia, las iniciativas definidas deben enfocarse en mejorar sus procesos. Significa una revisión y desglose de los diferentes objetivos y un análisis de la cadena de valor real. Esto acelera el desempeño mientras involucra a los empleados en todos los niveles y les permite identificar oportunidades de mejora prioritarias y eliminar los verdaderos cuellos de botella en el crecimiento de la organización.
Se debe construir una alianza entre estrategia y procesos para asegurar la definición, implementación y despliegue de sus objetivos.