Las empresas de nueva creación suelen destacar por su carácter innovador, son empresas con menos aversión al riesgo y su negocio principal es, a priori, más volátil. Sin embargo, las empresas con más trayectoria también debieran considerar este proceso como algo propio, ya que la innovación corporativa asegurará su supervivencia a largo plazo.
La innovación corporativa consiste en un portfolio de iniciativas creadas para construir una estrategia de innovación alineada con los objetivos de la empresa. La estrategia corporativa proporciona a la empresa una comprensión de hacia dónde quiere ir en el futuro, es decir, sus objetivos estratégicos a largo plazo. La estrategia de innovación dicta el papel de la innovación en el logro de estos objetivos.
Al diseñar una estrategia de innovación corporativa, la organización fomenta intencionalmente el pensamiento disruptivo. Las empresas en están comenzando a invertir en la creación de laboratorios o departamentos de innovación, pero ¿cuál es el propósito real de la innovación corporativa?Harvard Business Review indica que la innovación puede tener una dimensión interna a través de mejoras incrementales en los departamentos de la empresa, la creación de nuevos productos y servicios, y el rediseño o creación de nuevos modelos de negocio. Sin embargo, una organización también puede innovar externamente invirtiendo en empresas o proyectos relacionados con el segmento de clientes al que se dirige la empresa.
El 94% de los gerentes afirman estar descontento con el desempeño de innovación de su empresa.
De hecho, el diseño de la estrategia de innovación plantea retos comunes a empresas de varios sectores y dimensiones. Tradicionalmente, existe el paradigma de que para las pequeñas y medianas empresas (PYMES), el foco está en la operación diaria (el ‘negocio como siempre’) y la producción de resultados y no en el desarrollo de estrategias de innovación. Los escenarios como la creación de un modelo de negocio nuevo y disruptivo o el descubrimiento del próximo producto o servicio exitoso generalmente se dejan en manos de empresas emergentes y multinacionales más grandes. Al descuidar el potencial de innovación, estas empresas están comprometiendo su sostenibilidad futura.
El potencial de innovación para el éxito de una organización, especialmente una PYME, es alto, ya que el ‘negocio de toda la vida’ por sí solo puede no garantizar la relevancia de la empresa en el mercado a corto o mediano plazo. Es necesario crear estrategias para ampliar los límites operativos de la empresa que traigan desafíos y diferenciación ante los ojos del cliente. Para la gerencia, es fundamental crear estrategias sostenidas que se implementen en toda la empresa.
Hoy en día, la innovación debería ser una prioridad máxima para las organizaciones y, de hecho, hay algunos signos que apuntan su urgencia:
El diseño de una estrategia de innovación corporativa adecuada a las necesidades de la empresa y su mercado puede ser más urgente de mercado a mercado, sin embargo, será, en algún momento de la vida de las empresas, un requisito.
El proceso de innovación debe incluir tres partes: la definición del propósito y los objetivos de la innovación, el análisis de las opciones disponibles y la implementación y ajuste del proceso.
Después de decidir los objetivos de innovación, es necesario elegir el tipo de inversión a realizar. Si se trata de una inversión interna, la empresa puede optar por crear un laboratorio de innovación o definir un sistema transversal de recompensas internas en el que los empleados puedan participar con sus insumos de innovación.
La innovación interna generalmente es más desafiante para las organizaciones dado el riesgo inherente en el proceso de gestión del cambio para los equipos. En estos casos, la innovación a través de inversiones en empresas emergentes es una opción para que la empresa proteja su actividad principal y disminuya el riesgo relacionado con la innovación.
En el caso de la inversión externa, la decisión de elegir un fondo de capital riesgo corporativo permite a la empresa invertir externamente en un proyecto de innovación sin tener que destinar recursos dentro de su propia organización y sin cambiar su core business. Con este tipo de inversión, la empresa también puede elegir en qué etapa de madurez de la start-up desea invertir.
En la etapa de «cultivo», la empresa está invirtiendo en una etapa de formación inicial de la start-up (desarrollo de la idea), lo que trae menores costes de inversión, sin embargo el riesgo es mayor dada la incertidumbre asociada al éxito de la proyecto.
En la etapa de capital riesgo, se espera que la start-up ya tenga desarrollado su producto o servicio y una base de clientes mínimamente sostenida. Hay mayor certeza de que el mercado existe, que es posible entregar el producto o servicio y que el modelo de negocio es sostenible. Esta etapa se subdivide en cuatro etapas de acuerdo al grado de desarrollo de la empresa: la etapa A es la menos desarrollada y la etapa D es la más cercana a la transición de start-up a empresa establecida.
Finalmente, en la etapa de oferta pública inicial, la start-up abre la inversión al público, y no solo a un conjunto seleccionado de inversores, y esta es la última etapa de financiación prevista.