Hace 10 años el economista Nassim Nicholas Taleb publicaba el ensayo “El cisne negro: El impacto de lo altamente improbable”.
Hoy recuperamos esa metáfora en la que el cisne negro representa todo aquello que es inesperado y que tiene un gran impacto y repercusión.
Hitos como el Covid-19, el Brexit o la guerra en Ucrania han traído consigo grandes crisis a todos los niveles, desde el económico al social, etc. Y es que la baja probabilidad de que ocurriese, cogió al mundo por sorpresa y sin preparación para lo que parecería una distopía.
Actualmente son múltiples los frentes a abordar por parte de las empresas, por una parte el elevado foco en la reducción de costes, ha llevado a una importante deslocalización geográfica, que unido a cambios radicales en los comportamientos de la demanda ha puesto a las compañías contra las cuerdas, requiriéndose gran flexibilidad en su producción, distribución o servicio.
Por otra parte, la inflación y el elevado coste energético está poniendo a las compañías en jaque, y aunque parece que las principales organizaciones han ido salvando el primer trimestre del año sobreviviendo con resultados positivos, como es el caso de Coca cola, lo cierto es que los elevados costes empezarán a repercutir en la pauta de consumo (sobre todo en algunos sectores). Muchas compañías se están viendo obligadas a la subida de precios para evitar que sus márgenes se vean gravemente resentidos, lo que, junto a la inflación que en los últimos meses ronda el 8 y 9%, influirá directamente sobre los hábitos consumo, y en consecuencia, en el tejido empresarial.