En las últimas décadas, el consumo de energía y las políticas ambientales han sido objeto de debate científico y legislativo como resultado de la conciencia de su impacto en la sociedad. Aunque la energía es una de las fuerzas impulsoras del desarrollo, también es responsable de los problemas ambientales y climáticos. Además, la conciencia en torno a la escasez de recursos naturales y el cambio climático motiva la implementación de medidas legislativas que promueven el concepto de sostenibilidad en la toma de decisiones en materia de energía.
El escenario actual
La situación actual afecta a los gobiernos, los empresarios y los consumidores. Ellos pusieron en perspectiva las consecuencias de su huella ecológica, desglosada en los cinco riesgos ambientales:
1. Utilización de fuentes de energía no renovables: actualmente, alrededor del 82,5% del total de la energía consumida proviene de combustibles fósiles;
2. Emisiones y contaminación del aire: entre 1850 y 2019, se estima que se emitieron 2400 giga toneladas de CO2 por la actividad humana;
3. Consumo de agua y contaminación: las previsiones indican que, en 2030, 700 millones de personas podrán sufrir por la falta de agua potable;
4. Utilización de materiales no biodegradables y generación de residuos: cada año se tiran más de 12,7 millones de toneladas de residuos en los océanos;
5. Impacto y daño ecológico: se estima que en los próximos 30 años la huella ecológica crecerá más rápido que la población mundial.
Los aspectos de la sostenibilidad
En lo que respecta a las organizaciones, el paradigma que antes se centraba en el cumplimiento y la reducción del consumo de energía es ahora más amplio. La sostenibilidad afecta a la energía y a las cuestiones ambientales, pero también a las sociales. Las decisiones tomadas por las organizaciones pueden tener un impacto no sólo en sus costes, sino también en su potencial de crecimiento en el mercado y en su capacidad de atraer talento.
El factor coste sigue siendo el más evidente para la mayoría de las organizaciones. De hecho, se espera que el coste de las materias primas siga aumentando en los próximos años, siguiendo el ejemplo de los metales y la goma, cuyo precio ha aumentado en un 170% y 260% en los últimos 15 años. El consumo de energía también representa una parte cada vez mayor de los costes, ya que el precio de la electricidad ha aumentado un 32% en Europa en los últimos 10 años. En la última década, el coste de los materiales y las materias primas se ha visto aumentado por los costes de las penalizaciones por incumplimiento de la legislación ambiental.
El 60% de los consumidores tienen el posicionamiento de la marca en relación con las cuestiones de sostenibilidad como un factor preponderante en su decisión de compra. Si no se construye la identidad de la organización en torno a estos temas, se puede producir una pérdida de cuota de mercado y hacer imposible la entrada en los mercados en los que este punto ya es imprescindible. Siguiendo esta tendencia, el 93% de las 250 empresas más grandes del mundo ya publican informes anuales de sostenibilidad.
En términos de captación y retención de talentos, el 36% de los colaboradores tiene preferencia por los empleadores que tienen una fuerte cultura de igualdad social y se centran en la sostenibilidad. En este contexto, la cuestión ambiental también es crítica para la reputación de la empresa, siendo el centro de atención de los equipos de relaciones públicas y de marketing.
El camino hacia la transformación
La conciencia de la complejidad actual del tema alienta la implementación de metodologías objetivas y debidamente estructuradas que exijan la transformación de los paradigmas actuales y estandaricen una nueva cultura de mejora y sostenibilidad en las organizaciones. Toyota, Nespresso y Danaher son ejemplos de organizaciones que han sido capaces de aprovechar al máximo un proceso estructurado: reducción del 8% de las emisiones de CO2 en Toyota, 25% de reciclaje de materias primas en Nespresso y 25% de reducción del consumo de energía en Danaher.
En el progreso hacia un futuro sostenible, es necesario actuar sobre el ciclo de vida total del producto. En primer lugar, es necesario crear conciencia y un sentido de urgencia en la organización respecto a la sostenibilidad. Esto puede hacerse mediante un diagnóstico que permita a los equipos identificar el punto de partida y las principales iniciativas estratégicas que deben abordarse. Deberían aplicarse sistemas sencillos para recopilar y compartir los principales indicadores.
La transformación de las operaciones para que se basen en procesos sostenibles es el segundo paso. Esta transformación implica la reducción del consumo de energía y la selección de materiales con una huella más pequeña. Por otra parte, también debe abordarse la optimización de los procesos a fin de reducir al mínimo los desperdicios generados.
El tercer punto que tratar es la cadena de suministro. Debe garantizarse que los proveedores seleccionados estén alineados con la política de sostenibilidad que se pretende alcanzar, ya sean proveedores de materias primas o de servicios.
Por último, se debe llevar a cabo un rediseño del producto con el fin de lograr una economía circular. Esto puede implicar el cambio de materiales, la incorporación de tecnología para supervisar los indicadores críticos, aprovechar las sinergias entre los diferentes productos/servicios que ya están en el mercado o incluso recuperar y reciclar los residuos.
La sostenibilidad no debe considerarse como una tendencia comercial momentánea, sino más bien como una estrategia para un futuro de resultados positivos y sostenibles. Esto requiere un enfoque integral que considere todo el desempeño de las organizaciones, coordinando la contribución de los diferentes departamentos al objetivo final. Este es un movimiento de transformación cultural y de procesos.