Una empresa es «sus personas», es por eso que la mejora de cualquier compañía tiene como base la mejora de sus trabajadores. Frente a una mayor carga de trabajo, la mayoría de los empleados dedicará una mayor cantidad de horas, lo que inevitablemente traerá consigo fatiga física, mental y emocional. Esta fatiga, a su vez, reduce la implicación, afecta a la cultura de la organización y contribuye a un aumento de la tasa de rotación de los trabajadores. En este contexto, ¿Cómo pueden las organizaciones mejorar, si su principal recurso no se encuentra también en un flow state?
La tendencia de aumentar el horario laboral y trabajar fuera de horario para responder a picos de carga, no parece la mejor de las soluciones, y es que el tiempo es finito, con lo que para ello cualquier trabajador está renunciando a su descanso y vida personal, tiempo clave para su compromiso y desempeño con cualquier desafío.
Con la energía pasa exactamente lo mismo. La energía, por definición, es la «capacidad que tiene un cuerpo, una sustancia o un sistema físico para realizar un trabajo», y tiene cuatro fuentes principales: el cuerpo, la mente, las emociones y el espíritu. Hay varios estímulos externos que pueden contribuir a un desequilibrio energético, muchos de los cuales son impredecibles. Sin embargo, cada una de estas energías puede expandirse y renovarse si se siguen rutinas y comportamientos de recuperación. Estas rutinas y comportamientos componen el modelo KAIZEN™ Energy, que presupone una correcta gestión de la energía, asegurando momentos de gran concentración y rendimiento acompañados de descanso y recuperación
Una correcta gestión de la energía personal permite liberar tiempo para otras tareas que no sean el trabajo, aumentar el rendimiento y alcanzar así el flow state: un estado de total implicación, concentración y energía en una determinada actividad.
Esta gestión supone un equilibrio entre el desgaste y la recuperación de la energía. El equilibrio es posible cuando se adquiere la capacidad de transitar entre los estados de enfoque y de involucración total – sprint – y los estados absolutos de abstracción y de descanso. Los momentos de stress y concentración favorecen el desarrollo de nuevas capacidades a través del desafío y dificultad. Los momentos de descanso, en cambio, permiten asimilar y retener el aprendizaje que se produce en los momentos de enfoque.
De hecho, durante ela jornada laboral, es conveniente realizar varios descansos que, aunque breves, deben ser de verdadera abstracción del trabajo en desarrollo. Sólo de esta manera el cuerpo y la mente podrán recuperarse para entregar con eficiencia y calidad en los momentos de concentración.
No hay un cuerpo sano, sin una mente sana. Así pues, el ciclo de mejora individual sólo se logra mediante la combinación de varios componentes, entre ellos el ejercicio físico, la dieta equilibrada, nutrición, el tiempo de descanso necesario y horas de sueño. Asegurando estos comportamientos positivos para el componente físico, es posible absorber una mayor cantidad de energía, esencial para alimentar los momentos de sprint.
No se puede olvidar la dimensión espiritual, y para obtener energía de esta fuente es necesario tener conceptos claros y concretos de los objetivos de vida, de misión, de gestión de los factores externos e internos, el enfoque, la concentración y creatividad. El componente espiritual de la energía es el que contribuye a la motivación y la involucración de cada uno con las actividades a realizar.
Según KAIZEN™ Energy, es necesario tener no sólo la cantidad, sino también la calidad adecuada de energía. Adoptar comportamientos que generen emociones positivas, como expresar gratitud o iniciar interacciones con un comentario positivo, le permitirá generar energía emocional, aumentando la calidad de energía disponible. Esto permitirá completar las tareas en menos tiempo y sin esfuerzo excesivo.
El Inner Game Development desafía a todos a revisar sus prácticas personales, empezando por los objetivos de vida, misión, valores, ambiciones, creencias, obstáculos, llegando a cómo nos alimentamos y promover la energía física y mental. Este es el momento del diagnóstico que nos permite definir el punto de partida y los objetivos a alcanzar en el camino de la mejora individual.
Una vez hecho el diagnóstico y conocido el estado actual, para iniciar el cambio, es necesario romper los paradigmas actuales y aceptar las nuevas directrices:
Una vez definido el punto de partida, y con los nuevos paradigmas en mente, el siguiente paso es planificar la misión, las dimensiones energéticas, las creencias (nuevas y viejas) y el plan de acción personal. Este mapa, en formato de esquema y visual, debería contestar preguntas como «¿Cuál es la misión de vida para los próximos tres a cinco años?», «¿Cómo invertir la energía a lo largo de los días?» o «¿Cuáles son sus principales capacidades y debilidades?
Dedicar 15 minutos al día a revisar el mapa es el tiempo necesario para garantizar el enfoque. En este tiempo se deben respetar los siguientes puntos:
Este plan debe ser revisado, lo mejor, una vez cada seis meses. En cada revisión es importante «volver a analizar la misión» y «reorganizarla» si es necesario, como en el caso de la revisión estratégica de los objetivos en las organizaciones.
La gestión de la energía personal aporta beneficios físicos y psicológicos a los individuos y también a quienes se encuentran a su alrededor. Las organizaciones también se benefician de disponer de colaboradores motivados y enfocados, ya que podrán crear más valor y contribuir a una cultura corporativa sana y eficiente. Así, la gestión de la energía individual se convierte no sólo en una prioridad personal sino también de la empresa. La inversión en los activos importantes que son las personas dictará los resultados que las organizaciones podrán alcanzar.