Si nos fijamos en los planes estratégicos de las empresas industriales que lideran sus respectivos sectores en España, en el 100% de los casos encontraremos como una de sus prioridades estratégicas la implantación de tecnologías englobadas en el ámbito de industria 4.0. Esto es un claro indicativo de que ya se asume con un alto grado de seguridad que aquellas empresas que se posicionen a la cabeza en tecnologías como Big Data, inteligencia artificial (AI), internet de las cosas (IoT), robotización, fabricación por adición, realidad aumentada, realidad virtual, digitalización, la nube o ciberseguridad, tendrán ventajas competitivas disruptivas a nivel de costes, calidad, Lead Times de entrega, personalización de producto y atención al cliente.
Uno de los indicadores fundamentales que trabajan todas estas tecnologías desde diferentes enfoques es la mejora de la calidad, hablando de la calidad en todos sus ámbitos, como son la calidad del producto terminado, calidad de la materia prima, calidad de los procesos, calidad de la información, calidad de las decisiones tomadas, etc. La capacidad, por tanto, de crear una ventaja competitiva sostenible, es el resultado de la implantación de estas tecnologías. Sin embargo, la capacidad de realizar una implantación efectiva es limitada para muchas empresas españolas por varias razones:
1. Establecer los objetivos estratégicos de la organización a largo plazo (5 años) y el despliegue a corto plazo (1 año), en base al análisis del mercado, competidores, proveedores, clientes, inversores, etc.
2. En base a estos objetivos realizar un análisis detallado (Value Stream Analaysis) de las principales cadenas de valor en la organización. En este análisis se realiza una valoración del nivel de madurez actual de los procesos de cara a una implantación de las diferentes tecnologías en industria 4.0 y se identifican cuáles tiene más sentido aplicar en cada caso y qué se debe hacer previamente a su implantación. La implantación de tecnología y herramientas 4.0 no son un objetivo en sí mismas, deben ser el medio para mejorar de forma disruptiva los procesos, integrándolo de forma natural en los procesos de mejora continua de la empresa y siempre con un ROI claro y positivo
3. En base al análisis en detalle de las operaciones se analiza cada implantación desde un punto de vista de retorno de la inversión, con datos fiables.
4. Se establece una priorización y un roadmap en detalle de implantación considerando un enfoque holístico donde se tiene en cuenta la implantación como un todo y no como un conjunto de iniciativas específicas y aisladas. Este roadmap de implantación considera sinergias de las tecnologías, orden lógico de implantación, fase previa a la implantación de cada tecnología: preparación de la organización para la gestión del cambio, optimización y estandarización de procesos, planes de formación ágiles y eficaces.
5. Para cada uno de los proyectos definidos en el roadmap, se establece un indicador que mostrará la contribución al objetivo estratégico definido. De esta forma se consigue involucrar y comprometer directamente a la dirección de la empresa en el seguimiento de las iniciativas marcadas.
6. Es fundamental crear un sistema de seguimiento eficaz de la implantación, que resuelva los cuellos de botella y permita tomar decisiones con agilidad, involucrando a la dirección. La tecnología evoluciona a tal rapidez que si no eres capaz de crear ciclos de implantación rápidos es muy probable que ya estés tomando decisiones de implantación de tecnologías de ayer y no de mañana.